Comencemos con un resumen de los acontecimientos:
1. La agencia busca referencias para la banda de una promoción de una importante marca de refresco.
2. La productora de audio trabaja en base a esas referencias y compone una banda sonora.
3. La agencia y el anunciante aprueban la banda y finalmente la pieza sale al aire.
4. El artista de una de las referencias cree que su canción fue plagiada y denuncia a la agencia y a la productora de audio.
5. La productora de audio admite haber usado, entre otras, la canción como referencia, pero asegura no haber cometido plagio alguno.
6. El tema ahora está en manos de la justicia.
Más allá de lo que el marco legal especifique al respecto, quiero poner sobre la mesa una práctica que existe diariamente tanto en las agencias de publicidad como en las productoras de audio uruguayas.
No sorprendo a nadie si escribo que somos un mercado chico. Los presupuestos que maneja la publicidad uruguaya no son comparables al de marcas que trabajan en otros grandes mercados como el argentino, brasilero o el americano.
Esto tiene una consecuencia directa en la producción. No en la de ideas, sino en la producción audiovisual, donde los presupuestos acotados muchas veces terminan dejando grandes ideas con grandes bandas sonoras en los cajones de un escritorio.
Es así que aparecen las referencias, y es así que esas referencias muchas veces exceden el propio valor de la inspiración.
El anunciante o la agencia quieren determinada canción, pero como no la pueden pagar, ya que los derechos son muy caros para los presupuestos que se manejan en el mercado, deciden realizar una similar que mantenga el mismo espíritu.
Generalmente la cosa sale bastante bien. La inspiración de un tema pasa desapercibida para la mayor parte de los artistas, tanto nacionales como extranjeros.
Las productoras conocen su oficio y por supuesto hasta dónde pueden llegar para no tener problemas legales.
¿Pero qué pasa cuando el artista cree haber escuchado su propia canción en la radio… pero en el comercial de un refresco?
Como comentaba en un principio, en definitiva, esto se va a resolver en la justicia. Y salvo para las partes, la resolución no es tan importante como la práctica común que llevó a este desenlace.
Una vez más desde este lado es que me pregunto si este no es otro tema más para reflexionar sobre nuestra profesión y el trabajo de todos los días.
Cada uno conoce sus propios límites y hasta dónde está dispuesto a llegar. Cada anunciante los tiene. Cada agencia también. Y por supuesto cada productora de audio.
Lo que sucedió no puede pasar desapercibido. Merece al menos una charla entre colegas.
Martín Avdolov