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Esas anécdotas que no pueden faltar / Primera parte.

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Todos los profesionales, sea en la rama que sea, tienen esas anécdotas increíbles que son parte del trabajo. Son situaciones que quedan marcadas en las vidas de cada uno.
En publicidad las anécdotas más divertidas muchas veces surgen de la relación con el anunciante.
Por ejemplo recuerdo allá por 1999 la vez que fui a presentarle a un cliente una doble página color, diario El País, que publicaba el domingo.
Se trataba de una serie de ofertas de una reconocida marca de venta de ropa y artículos para el hogar.
No se trataba de una pieza súper creativa, lo que resaltaba era un gran titular y las ofertas en cuestión. Un trabajo con poco riesgo, así que fui tranquilo, como quien hace un trámite.
Sin embargo el cliente logró sorprenderme. Porque apenas vio el diseño de la página se mostró muy molesto y dijo que no le gustaba nada.
Mi primera reacción fue preguntarle porqué. Su respuesta me sigue pareciendo increíble. Me dijo algo más o menos así: “no me gusta porque hay mucho blanco y si yo estoy pagando color quiero que el fondo sea de color, no blanco, así estoy tirando el dinero”
El cliente puede tener siempre la razón, pero qué extrañas razones puede llegar a tener.

Le sugerí a varios de los principales publicistas del mercado que me acercaran esas anécdotas. Decidí que omitir los nombres de los clientes y de las agencias involucradas con el objetivo de que sean las anécdotas las protagonistas.
Dada la gran cantidad de respuestas decidí dividir el contenido en dos notas. Espero que disfruten de leerlas tanto como yo lo hice.

1 –

“La presentación era para la gerencia de una gran marca a nivel local. El proyecto era para cambio de su imagen corporativa que miles de personas ven a diario. Proyecto al que los cinco le dedicamos muchas horas de nuestras vidas. Quedamos muy satisfechos con el resultado de un gran gran esfuerzo. Después de exhibir de muy buena forma el concepto y las piezas el gerente general hace la primer pregunta, que hasta hoy, luego de tantos años me da vergüenza ajena: «Con qué programa hicieron la presentación?».
El proyecto les gustó mucho; Tanto y tan poco como para posteriormente usar parte del mismo sin pagar un centavo.
Ah, la respuesta es Flash”

2 –

“Una vez, un cliente nos pidió una campaña para uno de los productos que él importaba.
El tipo nos dio una información bastante confusa. Tanto, que vaya a saber por qué, trabajamos toda la campaña y luego que se la presentamos, el hombre nos mira y nos dice «está muy bien, pero esa marca que firma todas las acciones y avisos, es de la marca que es mi competidora». Y es que habíamos hecho todo el trabajo utilizando la marca de la competencia”

3 –

“Mi mejor anécdota no es mía, me la contó el hijo (creativo) del creativo al que le pasó esto en los 80, en Argentina. Parece que un ejecutivo, junto con el creativo va a presentar una campaña a la casa de un cliente muy importante. El tipo era muy poderoso, con esa lógica medio sobreactuada de los 80. Están en la presentación (medio como en «99 Francos») y al ejecutivo le vienen ganas de ir al baño. Y se aguanta. Le da vergüenza pedir permiso para ir al baño. Y se aguanta. Se aguanta tanto que no puede más. Pero sigue aguantando. La situación es muy tensa. No sabe cómo sentarse. No sabe qué hacer, ruega porque pasen los minutos y puedan salir de ahí. Hasta que no aguanta más. Y se caga. Encima. En medio de la presentación. Y en medio de la emoción de cagarse encima, se desmaya. El cliente de los 80, muy poderoso, casi sin mirarlo, dice «¿me sacan esto de acá, por favor?». Entre varios los sacan, arrastrándolo. Cagado. Cuando llegan a la agencia, al ejecutivo lo echan. Fin de la anécdota. Cuando mi amigo, el hijo del creativo protagonista del cuento lo cuenta, se arma un pequeño debate acerca de si es justo que lo rajen al tipo que se cagó. Unos dicen que sí, otros que no. Unos dicen que un tipo que no es capaz de, en una situación tensa, pedir para ir al baño, no puede llevar adelante una cuenta. Pero el debate más interesante que se plantea es el siguiente: ¿el tipo se desmaya a consecuencia de cagarse encima? ¿o el desmayo es la causa de liberar los esfínteres? Es decir, el tipo aguanta, aguanta y aguanta. Cuando no puede más, se desmaya del esfuerzo vano, por evitar lo inevitable. Entonces viene el torrente de caca. ¿O, por el contrario, se hace caca encima y para resolver la situación, su subconsciente apaga la térmica y lo manda a dormir? ¿En cuál de los casos es más valiente el tipo? O más interesante… Mientras estuve en la agencia (unos años), este debate era recurrente (sobre todo a la hora de la comida). Un debate muy sofisticado, a mi manera de ver, para tratarse de algo que empezó con un tipo cagándose encima”

4 –

“Recuerdo que durante un rodaje en exteriores, a medianoche, bastante fresca, sucedió lo siguiente: un hombre, de equipo deportivo, bastante gracioso de aspecto que venía caminando, aparentemente haciendo deporte, se acercó al set. Rápidamente se acercó al director y le preguntó sin titubear: ¿Cómo vienen? ¿Todo bien?. El director, sorprendido por este personaje desconocido que lo increpaba, simplemente atinó a responder ¨Sí¨. El hombre, satisfecho por la respuesta, sin esperar un segundo siguió su marcha.
El equipo de la agencia que estaba más lejos, siguiendo el video assist, pudo observar la breve escena de lejos.
El director entre sorprendido y tentado por lo que había pasado con este deportista curioso, nos lo comentó. Y le dimos la respuesta: era el cliente. El Gerente General de una empresa, que sale a hacer ejercicio de noche tarde y sabiendo del rodaje detuvo su marcha unos segundos y siguió con el deporte”

Martín Avdolov

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