Álvaro Moré
Aldo Ponzoni, un tano laburador y calentón que llego tarde a la publicidad pero se abrazó a ella con tanta fuerza que en pocos años hizo una carrera que lo llevo a tener su propia agencia.
Aldo tenía sus pasiones bien definidas: le gustaba hablar de autos, recordar pero sin ostentar su título de Campeón de Esgrima, Anita, Agostina y Bruno aparecían muchas veces en sus conversaciones, tuvo su periodo de fiebre por el paddle y luego se tomó muy en serio empezar a navegar.
Tuvimos fuerte discusiones: primero como compañeros de trabajo y luego como colegas, pero siempre uno o el otro se disculpaba y todo volvía a la normalidad.
Siempre le tuve un gran aprecio, pero en los últimos tiempos había aprendido a quererlo más. La última vez que lo vi charlamos mucho, me contó sus planes de vida, lo felicité y nos dimos un abrazo que jamás pensé que sería el ultimo.
Aldo se fue muy pronto, por eso sus amigos los seguimos extrañando, pero me quedo tranquilo de saber que fue un tipo feliz.
Martín Sica
Creo como Onetti, que la historia de cada uno conserva infinitas vidas breves.
La coherencia de Aldo con un discurso y un estilo me niega separar la suya en fragmentos, como con otras personas. Algunos le llaman Etapas. Yo prefiero hablar de Oportunidades.
Su vida, sin vueltas, era una oportunidad constante. Y como tal se disfrutaba y se sufría: se vivía.
Trabajé con él algunos años. Una vez me enfureció que asegurara que “eso” que iba a presentar perdería, inexorablemente. El trabajo al final perdió.
Imponía respeto, Ponzoni.
Me defendió ideas imposibles. Imponía respaldo también.
La puerta del escritorio estaba casi siempre abierta. Cuando llegaba bastante tarde pasaba volando para que no me identificara. Sé que lo disfrutaba mucho. Era más sencillo llegar temprano.
Me invitó a navegar y le dije que no. Perdí la oportunidad.
Wilde dijo que a veces “podemos pasar años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante”.
Aldo Ponzoni tenía la capacidad de transformar el tiempo, para que un instante durara una eternidad. Y así vivió una vida muy extensa, con la misma intensidad de una breve.