Noticias

¿Te acordás de Daniel Bosch?

Todas

Lo recuerdan, Teresa Korondi, Joaquín Fernández Indarte, Atilio Pérez Da Cunha (Macunaíma) y Coco Píriz.

Recuerdos de Teresa Korondi:

¿Que si lo recuerdo? Cada día nuevo. Lo veía recorriendo la agencia con su taza de café y demasiados cigarros que inundaban el aire. Lo escondían detrás de una bruma pesada. Después de su ansiedad había un hombre sereno, un sabio y un aventurero aventurado. ¡Qué contradicción y qué hermosura de señor! Casi con la inocencia de un niño, respetaba por pocos minutos un estado de ánimo adverso, para caerte con todo y sacar adelante cualquier proyecto. Avasallante. Desordenado. Lánguido como un espectro. Silencioso por los cuartos de la casa, porque era su casa su trabajo, y nosotros sus hermanos. Profundo y melancólico, colgaba cuadros en paredes de palabras. ¿Qué si lo recuerdo? Cada día nuevo. Es extraño. A veces todavía lo veo llevando la taza y diciéndome “Mi vieja, quedáte tranquila. Lo que no se arregla, pasa.”

Recuerdos de Joaquín Fernández Indarte:

Si tu trabajo está relacionado de alguna manera con la publicidad y no llegaste recién, seguramente te acordás.
Seguramente que lo recordás trabajando: Si lo viste en el estadio, es porque estaba controlando los carteles; si lo viste en la rambla, seguro que era La Noche de las luces; si lo viste en un cine, es porque quería ver cómo salía algún nuevo spot; y si estaba en una exposición, es porque era auspiciada por Coca-Cola.
En mi larga vida he recorrido muchos caminos y he conocido la gente más diferente, pero nunca, nunca, conocí alguien tan dedicado al laburo como Daniel.
Durante cinco años compartí con él, en Mc Cann, la atención de la cuenta de Coca-Cola, en ese tiempo el mayor anunciante del mercado.
La dedicación que suponía el trabajo para tamaño cliente era brutal. Todos los días del año había un auspicio, una promoción,
un nuevo material patern que discutir. Y Daniel, siempre lucido, detallista hasta el asombro, controlando minuciosamente cada paso.
En la agencia era un soldado del cliente, exasperando muchas veces al resto de la gente con sus exigencias. Ante el cliente, un defensor acérrimo de la agencia, el que siempre ponía el pecho a las balas, defendiendo muchas causas difícilmente defendibles, asumiendo responsabilidades que no eran de él.
Nadie dejaba de respetarlo, nadie dudaba de su entrega fuera de serie. Yo, que pasaba largas horas en su compañía, tuve también la oportunidad de valorar en aquella persona tan metida en el trabajo que parecía no tener espacio para otros intereses, a un tipo
sensible y muy culto que estaba perfectamente informado en política, arte, literatura, espectáculos. En qué momento se informaba?
Durante varios años, después de mi alejamiento de McCann, nos vimos en muy pocas oportunidades y cuando se enfermo con un pronóstico terrible, fui a verlo al sanatorio. Me recibió cálidamente, pero restando importancia a lo que seguramente intuía. Se fue muy joven aún. Lo recuerdo con mucho afecto.
Cuando escribo estas líneas no puedo evitar pensar que tal vez, como allá en las oficinas de Ponce o de Bulevar, se va a acercar sigilosamente, disimuladamente, a ver que estoy escribiendo, probablemente pensando que lo que yo aquí escriba es responsabilidad de él y no mía. Ojalá este de acuerdo con lo que puse.

Recuerdos de Macunaima:

EL BOSCH

Un 15 de noviembre, el día del cumpleaños de Eduardo Darnauchans, despedimos para siempre a Daniel Bosch, quien fuera Vice-Presidente y Director de Operaciones de Mc Cann Erickson Uruguay.
Leído así parecería que estamos reseñando el fallecimiento de un alto ejecutivo del capitalismo salvaje, un hombre de los que usan la chequera en lugar de corazón.
En rigor a la verdad, El Bosch, como le conocimos todos, ha sido una parte de mi vida, algo de ella se fue con él, así como de mi literatura que leyó y estimó, y de la que también formó parte en poemas que he publicado en algún libro.
Lo conocí en los años de agitada militancia estudiantil cuando él estaba en el liceo Colón y lo reencontré, singularísimo encuentro, cuando él ya era ejecutivo de Cuentas de Coca-Cola.
Desde allí, fue sin duda, un eficiente gestor cultural, mucho más que muchos que conozco, ya que impulsó actividades como Plásticos Jóvenes, recitales y espectáculos. Con una increíble capacidad de trabajo del obsesivo motor humano que fue en vida, Daniel Bosch fue también un fumador y tomador de café desorbitado, ajeno a toda otra cosa que no fuera el trabajo, y el cuidado de su madre.
Fue un hombre caballeresco y sutil, cálido, sensible y comprensivo para con las vivencias de los demás, familias, hijos, parejas, etc, que él no pudo, o no quiso, tener.
Inteligente y ávido de conocimiento, a pesar de que tenía una autoimpuesta carga demencial de trabajo, tenía siempre tiempo para informarse sobre los más diversos asuntos, culturales, sociales, políticos.
Admirador de la obra del destacado artista plástico uruguayo, Javier Basi, quien lo acompañó todo el tiempo en este último tramo de su vida, El Bosch estaba siempre al tanto de las movidas de la pintura, del teatro, de la música.
Con el advenimiento del gobierno progresista, al que naturalmente adhirió, tuvo reflexiones y lúcidos análisis críticos sobre la gestión cultural del gobierno de izquierda que considera pobre y errática.
Hombre afable, de buenos modos, fue un ser, paradójicamente, carente de vida privada, excepto los momentos que dedicaba a su madre anciana, a su hermano y sobrinos, y a una novia que tuvo alguna vez y que le duró poco tiempo.
Daniel eligió el trabajo por sobre todas las demás cosas de la vida, sin descanso y sin pausas, a excepción de las vacaciones forzosas que alguna vez nuestro jefe, y amigo, Carlos Ricagni le obligó a tomar.
En ellas Daniel pudo viajar a Europa y a otras partes y hacer algunas cosas que un hombre de su cultura y sensibilidad no podía dejar de hacer.

El Bosch fue un personaje de Raymond Carver, un ser contradictorio, con momentos en los que resultaba querible y rechazable con la misma intensidad, no obstante siempre superaba todas las tormentas y conflictos con su indiscutible calidad humana.
Cuando pasaban las ventiscas, los malos momentos y rispidices generadas por él mismo, siempre proponía un cigarrillo y un café como prendas de reconciliación, mientras solía citar a Mao para justificar sus contradicciones.

Daniel Bosch fue un compañero leal, por lo tanto un amigo y un hermano de todas las horas, cuya presencia late en mi corazón y en los libros de Chomsky, de Borges y Lao Tsé que me regaló en distintos cumpleaños, y que dedicó con letra menuda y mucha inteligencia.
Su muerte estaba anunciada hace un tiempo, no nos tomó de sorpresa, pero dolió más de lo que esperábamos como el hollín de una chimenea perversa tiñó los días y las noches que vivimos desde que se fue.
Ahora, en estas pobres palabras, intento reafirmar su presencia en mí y en muchos hombres y mujeres de la publicidad uruguaya que tuvimos el honor de trabajar con él.
Nos hace mucha falta.

Recuerdos de Coco Píriz:

A Daniel Bosch:

Qué hacés Bosch? vamos a tomar un café y nos fumarnos un pucho?
Nunca supiste lo mucho que te queríamos, lo mucho que te admirábamos. Una absoluta injusticia.
Diste demasiado para los demás, y eso te condenó a una vida extraña.
No te guardaste nada para vos.
Tampoco te agradaban los elogios. Por tu forma de ser, creo que los despreciabas. Aunque igual los agradecías…. un caballero.
Cuánta virtud para un solo tipo. Honor, ética, dignidad, humildad, perseverancia, extrema bondad, solidaridad, inteligencia.
Un sabio.
Tuve la suerte de ser tu partner en varias de estas vueltas de la publicidad, y por suerte, de la vida. Hasta me considero tu amigo. Con permiso…
A quien estuvo cerca tuyo, le dejaste una huella imborrable. Para bien o para mal. Porque también tenías defectos, que te hacían aún más grande. Y humano.
Tachinta en tu velorio dijo algo que me quedó grabado: ojalá cada uno de nosotros tuviera la capacidad de desarrollar al menos una de tus virtudes o tomar alguna de tus banderas. Eso nos haría grandes personas y grandes profesionales. Pero nunca como vos. Fuiste único.
Querés otro café?

Obtené nuestro

Newsletter