Lo recuerdan Eduardo Baldizan y Edgardo Pampín.
Recuerdo de Eduardo Baldizan:
Puedo jactarme de que desde que los conocí, puede diferenciarlo sin titubeos de su socio Edgardo Pampín, no lo llamaba, como muchos lo hacían, “che Pasarisa y Pampín”.
Lo recuerdo en las reuniones de la Asociación de Fotógrafos, con sus argumentaciones serenas y contundentes, en esa añorada época en que creíamos en lo colectivo y lográbamos llegar a precios y pautas de trabajo que respetábamos la gran mayoría de los fotógrafos.
Sin embargo, en la búsqueda de momentos solemnes o trascendentes uno se olvida de aquellos simples pero disfrutables como cuando en las épocas de furor del pádel nos juntábamos con Gerardo, Edgardo, Rodolfo, Mario, Guillermo y otros colegas a poner a prueba nuestras rodillas.
Sí, me acuerdo seguido de Gerardo, no porque tuviéramos un vínculo muy estrecho ni porque nos viéramos asiduamente, tampoco porque hayamos compartido historias espectaculares ni anécdotas muy graciosas, lo recuerdo porque fue un colega de los que se encuentran pocos, de los que no esconden ni se guardan nada, de los que comparten todo con la humildad de los grandes.
Recuerdo de Edgardp Pampín:
Pasarisa & Pampin
Nos conocimos cuando teniamos 21 y 25 años, Dos Uruguayos en Holanda, situaciones adversas para enfrentar, idioma, costumbres, vidas para construir.
En ese entorno comenzamos como autodidactas en la fotografía, leyendo y aplicando técnicas, prueba y error. Se nos dio como un hobby, pero al sentirle el gustito, buscamos la posibilidad de hacerlo profesión. Metimos toda la fuerza de la juventud en esa pasión, entramos en una escuela universitaria de fotografía
y publicidad, y consiguiendo luego de 4 años el diploma profesional.
Ese fue solo el comienzo, el retorno a nuestro país, y la construcción del estudio donde trabajamos juntos los próximos 20 años.
La relación de amistad, de hermandad con Gerardo fue creciendo con el tiempo y los proyectos, he aprendido mucho de esa relación, dos personalidades diferentes siempre con una autonomía de vida, pero siendo capaces de relacionarnos con la verdad.
Su valor más grande fue ser honesto, solidario, justo.
Trabajó con pasión y verdad. Aportó su granito de arena a la vida y a la profesión.
Hermano; gracias por el camino recorrido juntos.
Edgardo.