Hace algunos años era imposible pensar que una movida laboral en México, Colombia o Costa Rica generaría significativas repercusiones en el mercado local.
Hoy, sin embargo, esto forma parte de las relaciones laborales de comienzos del siglo XXI.
Cuando algo así sucede podemos asegurar que comenzó la temporada de pases.
El caso que desencadena el particular evento al que hacemos referencia en la nota podría ser el siguiente: luego de años de mostrarse en diferentes equipos creativos, finalmente a otro uruguayo le llega la hora de hacer las valijas, proyectar su carrera internacionalmente y, por qué no, garantizar su futuro económico y el de sus hijos en otro país.
Esta fuga de cerebros, no sólo tiene su efecto en lo personal e inmediato. Sino que afecta a otros profesionales y a la actividad publicitaria a corto y largo plazo.
¿Cómo reacciona el sector?
Permite un recambio generacional que de otra manera sería imposible.
El sector publicitario tiene cada tanto este tipo de sacudones que obliga a jóvenes talentos creativos a ocupar lugares de privilegio dentro de las agencias. Esto es bueno o malo dependiendo de la capacidad del creativo y de las agencias de adecuarse a esta nueva mecánica de trabajo. Mi propuesta es que lo veamos más como una oportunidad que como una amenaza. Sin embargo es indudable que genera algunos problemas a resolver.
Se trata de un tema particularmente interesante si tenemos en cuenta que cada puesto creativo que se va deja un lugar que, si lo analizamos a fondo, sencillamente no puede volver a ocuparse. ¿A qué me refiero? El talento y la creatividad son tan personales que en cierta forma cada profesional es irremplazable.
La agencia que pierde al creativo que emigra, se encuentra en una posición bastante incómoda. Sabe que el producto que ofrece ya no será el mismo. Si bien puede garantizarle al cliente su calidad, lo que no puede ofrecerle es el mismo enfoque y visión del profesional que lideraba el equipo creativo. Se trata de una verdad innegable que todos los dueños de agencia han sufrido alguna vez.
Pero hay más repercusiones. El lugar vacío genera un interesante movimiento laboral de una agencia a otra. Es común que la quietud que gobierna la rutina anual se vea sacudida por una cadena de pases que saca de la modorra a las agencias.
Este es el momento en que los talentos creativos aprovechan para generar un upgrade no sólo profesional sino monetario. Las agencias se ven obligadas a pujar por aquellos profesionales que les permitan ganar licitaciones, mantener contentos a sus clientes y estar en la pelea por premios a nivel local e internacional.
Una vez terminado el periodo de pases, las fichas finalmente se acomodan y el año parece transcurrir con cierta normalidad. Hasta que lo que algunos esperan con ansias y otros temen, finalmente sucede.
Aquel creativo que dejó el país un año atrás y generó la temporada de pases recibe un nuevo llamado. Le ofrecen otro trabajo. Mejores condiciones y aún más proyección internacional. Pero se encuentra en una posición comprometida. No puede desatender la lealtad de quienes confiaron en su talento aquella vez. Sencillamente no puede dejarles un agujero. Entonces decide llamar a un viejo conocido en Uruguay, a un creativo que se ha destacado durante años, con suficiente experiencia y hambre de comerse el mundo. Y ese mismo creativo, trabajando en su agencia en Montevideo, recibe una llamada al día siguiente.
Y aquella llamada desencadena una nueva temporada de pases que cambiará, para bien o para mal, la vida de muchas personas en Uruguay y en definitiva repercutirá de una forma u otra en la actividad publicitaria.
El tema da para hacer, sin lugar a duda, interesantes analogías con la actividad futbolística. Mi consejo es que cada uno saque sus propias conclusiones sobre cómo la temporada de pases afecta a la actividad publicitaria. Eso sí, cualquiera sea el resultado, recuerden que acá no le podemos echar la culpa de todo al Paco.
Martín Avdolov