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Julio Díaz – Locutor

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¿Cambió algo en los últimos años en el laburo del locutor? ¿Qué cambió?

Sí, hubo cambios que no necesariamente fueron buenos porque aportaran algo positivo. ¿Qué cambió? al locutor lo cambiaron por una voz cualquiera.

¿Cuándo sentís «pah! qué garrón esta locución que tengo que grabar»?

Garrón directamente no, me tocó negarme a una propuesta al no estar de acuerdo con lo que debía decir. Pero me ha tocado hacer locuciones que no me gustaron por el texto o porque el que me marcó no sabía ni donde estaba parado , pero tenía que hacerlo (porque los locutores sabemos que comer es cosa buena).

¿Y «pah, qué buena puede quedar esta locución»?

Pahh, coincido con esa expresión que utilizo en circunstancias como esa. Cuando tomo el texto al leerlo fluye y el que marca sabe, entonces repito Pahh que buena puede quedar esta locución….!!!

¿Cómo te diste cuenta que podías ser locutor?

Sentí desde muy chico atracción por la radio, me pegaba a los receptores de radio para escuchar aquellas voces maravillosas, disfrutaba de sus tonos, de las interpretaciones, de los textos. Un tío abuelo, toda una figura en la radio de mi pueblo me acercó a la radio. Allí empecé a jugar a ser locutor hasta que un día me enfrentaron a un micrófono y sorprendió su aspecto microfónico.

¿Cómo arrancaste?

Arranqué en radio Durazno con una Maestra en radio, Carmita Bonfrisco quien era la Directora y me enseñó antes que nada el valor de La Palabra, luego a cultivar la voz que es, decía mi Maestra, un vehiculizador de los mensajes, por lo tanto había que aprender a utilizar muy bien ese vehículo. Ella me ubicó como locutor de las tandas de la radio y las grabaciones que se hacían todos los viernes creaban para mi, momentos de inmensa alegría, disfrute interminable y un hermoso aprendizaje.

¿Algo sobre tus primeros laburos?

Una vez que vine a Montevideo a trabajar de locutor en Radios Montecarlo, Oriental y Canal 4 inicio al poco tiempo mi tarea como locutor independiente. El primer laburo que hice fue para Etiquet (desodorante en crema) Esa pieza difundió mi voz y rápidamente sucedieron otras muchas de la mano de otro Maestro, Quito De Lema a quien le pregunté: Maestro tengo que decidir si dejo la radio o no, a usted que le parece, ¿dejarla será una buena decisión? Me contestó: Flaquito, usted es uno de los pocos que puede vivir de la voz en este país. Y vivo de mi vocación!

¿Alguna vez te reconocieron la voz en un cumpleaños?

En los cumpleaños no reconocen mi voz a menos que tome un micrófono y hable.

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