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¿Te acordás de Aldo Ponzoni?

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Lo recuerdan, Álvaro Moré, Marita Costa y Martín Sica.

Recuerdos de álvaro Moré:

Te acordás de Aldo Ponzoni, un tano laburador y calentón que llego tarde a la publicidad pero se abrazó a ella con tanta fuerza que en pocos años hizo una carrera que lo llevo a tener su propia agencia.
Aldo tenía sus pasiones bien definidas: le gustaba hablar de autos, recordar pero sin ostentar su título de Campeón de Esgrima, Anita, Agostina y Bruno aparecían muchas veces en sus conversaciones, tuvo su periodo de fiebre por el paddle y luego se tomó muy en serio empezar a navegar.
Tuvimos fuerte discusiones: primero como compañeros de trabajo y luego como colegas, pero siempre uno o el otro se disculpaba y todo volvía a la normalidad.
Siempre le tuve un gran aprecio, pero en los últimos tiempos había aprendido a quererlo más. La última vez que lo vi charlamos mucho, me contó sus planes de vida, lo felicité y nos dimos un abrazo que jamás pensé que sería el ultimo.
Aldo se fue muy pronto, por eso sus amigos los seguimos extrañando, pero me quedo tranquilo de saber que fue un tipo feliz.

Recuerdos de Marita Costa:

Aunque caiga en lugares comunes, creo que siempre lo mejor es recordar a los que físicamente no están con nosotros, desde los momentos lindos, desde la alegría y desde las enseñanzas que nos dejaron.

Los momentos lindos fueron muchísimos y la gran mayoría de ellos siempre eran con amigos que venían a la agencia, un buen “churrasco” jugoso (así siempre lo decía él) y whisky con bastante hielo.
La hospitalidad y su calidad de excelente anfitrión era una seña particular que muchos de los que hoy leen ésta nota habrán podido confirmar (colegas, gente de medios, productoras y un largo etcétera).
¿Una anécdota al respecto? Que siempre hacía las compras él. No importaba cuán colmada o no estaba la agenda, si había asado el matambrito debía estar elegido por Ponzoni. Lo hacía con gusto y no le erraba nunca.

En cuanto a las enseñanzas, mucho se ha escrito y se dice sobre el “ganar-ganar”; sobre esas relaciones donde ambas partes se ven beneficiadas por igual, y que es lo que cimientan las relaciones duraderas.
Yo tuve la suerte que vivirlo en los hechos. Fueron 14 años de trabajar juntos y de ganar ambos. Con otro gran aditamento, que creo fue uno de los secretos para que haya durado tanto: ambos nos respetábamos y nos queríamos muchísimo.
¿Una anécdota al respecto? Contaré una más mía que de él. Nunca le dije Aldo, siempre le dije Ponzoni. A quienes lo escuchaban (dicho por su “mano derecha y riñón izquierdo” como solía presentarme), quizá les sonara raro, pero era como una confianza con respeto, y que a veces en alguna trifulca interna (ambos tanos por naturaleza) se transformaba en frases como “andá a cagar Ponzoni!”.

Resumiendo, calidez y generosidad serían las dos cosas que siento lo identificaban mejor, y que son dos cualidades muy lindas para recordarlo una vez más, intentando sea siempre con alegría.

Recuerdos de Martín Sica:

La vida sin vueltas.

Creo como Onetti, que la historia de cada uno conserva infinitas vidas breves.
La coherencia de Aldo con un discurso y un estilo me niega separar la suya en fragmentos, como con otras personas. Algunos le llaman Etapas. Yo prefiero hablar de Oportunidades.
Su vida, sin vueltas, era una oportunidad constante. Y como tal se disfrutaba y se sufría: se vivía.
Trabajé con él algunos años. Una vez me enfureció que asegurara que “eso” que iba a presentar perdería, inexorablemente. El trabajo al final perdió.
Imponía respeto, Ponzoni.
Me defendió ideas imposibles. Imponía respaldo también.
La puerta del escritorio estaba casi siempre abierta. Cuando llegaba bastante tarde pasaba volando para que no me identificara. Sé que lo disfrutaba mucho. Era más sencillo llegar temprano.
Me invitó a navegar y le dije que no. Perdí la oportunidad.
Wilde dijo que a veces “podemos pasar años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante”.
Aldo Ponzoni tenía la capacidad de transformar el tiempo, para que un instante durara una eternidad. Y así vivió una vida muy extensa, con la misma intensidad de una breve.

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