El publicista uruguayo está más cerca del genio renacentista que de un obrero especializado. No sólo redacta bien, también escribe (casi) sin faltas, produce tv, radio y gráfica, genera referencias audiovisuales, y mete algún que otro premio afuera.
Es más, con dos huevos te hace una ramón novarro.
El publicista uruguayo te arma una gran campaña cuando sólo hay presupuesto para un locutor, o cuando no hay presupuesto para comprar ni producir una foto, o cuando hay que sacarla en una hora porque cierra la recepción de avisos.
Por ejemplo, un diseñador uruguayo no sólo diseña, también prepara el original, va a la imprenta y te saca la foto. ¡Flash!
Los diseñadores crean, los redactores dibujan unos croquis muy graciosos pero efectivos. ¿Querés más?
El publicista uruguayo hace de todo. Te graba el acting en una pieza de radio porque se copó con la idea, y le importa tres pepinos hacerlo de onda.
El publicista uruguayo es una especie de Mac Gyver de la imaginación. Sin investigación de mercado, sin mucho brief, sin un análisis de la competencia, pero con mucha cabeza, una dupla de cerebros te saca de cualquier apuro.
Así es el publicista uruguayo. Siempre está ahí para darte una mano y quedarse después de hora o el fin de semana. Aunque no le paguen horas extras. Se pone la camiseta y te tranca como Lugano o la clava en un ángulo como si fuera un cabezazo del loco Abreu.
El publicista uruguayo va a la Ronda de alpargatas y cae de traje en Las Llamadas. Claro que siempre usa el bolsito cool al costado. Puede ser a la derecha o hacia la izquierda, depende de cada uno.
El publicista uruguayo sabe de fútbol, de celulares, de combustible, de laboratorios, de bancos, de automóviles, de productos especiales para celíacos, ¡de política!, de helados, de jabón para lavar la ropa, de tarjetas de débito, de tarjetas de crédito, de tarjetas de fin de año, de tarjetas inteligentes, de tarjetas rojas, amarillas y de la tarjeta azul que nunca se implementó. Sabe de préstamos, de galletitas, de Internet.
Sabe de ticket alimentación, sabe de borracheras, sabe de resacas, sabe de todo un poco porque tiene la suficiente humildad para darse cuenta de que no sabe mucho de nada y que no tiene más remedio que ponerse a aprender.
El publicista uruguayo es inquieto por naturaleza. Mira publicidades de todo el mundo, pero también mira cine independiente iraní y después se cuelga mirando bailar a Adabel Guerrero en el caño de Showmatch (aunque nunca lo admita)
Así es el publicista uruguayo. Algo promiscuo en su relación con las agencias, algo caprichoso con la primera idea, pero al final se compromete y termina quemándose las pestañas en la búsqueda de lo mejor.
El publicista uruguayo tiene aguante!!! Puede ser que un día llegue después de las 10, pero no se va nunca antes de las 20hs.
El publicista uruguayo es tan bueno como un norteamericano, inglés o argentino, con la centésima parte del presupuesto y con los anunciantes más conservadores del universo y galaxias aledañas.
Al publicista uruguayo, salú! Por no rendirse, por seguir buscando y por amar la profesión más que nadie.
Martín Avdolov